La Profesora Lynn Epstein 1 ha publicado “Fifty years since Silent Spring” en la revista Annual Review of Phytopathology 2 (2014) 52:377-402. Esta interesante revisión trata sobre la evolución en el uso de pesticidas relacionados con los cambios regulatorios en la agricultura desde 1962 hasta 2012-13 teniendo como trasfondo las argumentaciones del libro (La primavera silenciosa) escrito por Rachel Carson3 en 1962. En este artículo, L. Epstein muestra a través de diversos ejemplos la compatibilidad de muchas de las ideas de este libro con las actuales estrategias del manejo o control integrado de las plagas (MIP, CIP) de los cultivos adoptadas internacionalmente, principalmente en Europa.

Según argumenta L. Epstein, no fue fácil para R. Carson implementar sus ideas, así “los entusiastas y los escépticos por los pesticidas se han mantenido durando los últimos 60 años”. El legado de R. Carson y sus preocupaciones sobre los efectos del uso indiscriminado y excesivo de algunos productos químicos en la agricultura ha sido y aún es importante.

Sin embargo a lo largo de estos años, el impacto negativo de algunos pesticidas sobre la contaminación del aire, suelo y agua, así como su toxicidad en la salud de humanos y animales se ha evaluado ampliamente en diversos estudios científicos. A pesar del continuo uso de pesticidas químicos, el porcentaje de pérdidas en los cultivos se ha mantenido relativamente constante. Con escasas excepciones, la historia ha demostrado que R. Carson estaba en lo cierto sobre las consecuencias negativas de muchos productos agroquímicos.

L. Epstein documenta y revisa la historia de los herbicidas, fungicidas, insecticidas, etc. más utilizados en Estados Unidos. A partir del protocolo de Montreal de 2005 se programó internacionalmente el uso discontinuo del fumigante bromuro de metilo, por sus efectos en la destrucción de la capa de ozono. Desde entonces, mundialmente su uso anual decrece. Según la información de L. Epstein, en Estados Unidos la Agencia de Protección Ambiental (EPA) ha cancelado registros de pesticidas por cuestiones de seguridad y salud de sus ciudadanos, como ejemplo en 1996 la EPA prohibió 80 pesticidas, en 2013 prohibió 27 de los 49 pesticidas organofosforados (55% de los registrados) y muchos de los autorizados tienen un uso restringido. En 1999 y siguiendo las recomendaciones de la EPA, el fabricante del herbicida de la familia de las triazinas de forma voluntaria cancela este registro fitosanitario y en 2015 lo hace el fabricante de aldicarb (familia carbamatos). También la EPA prioriza la revisión de otros pesticidas con efectos sobre alteraciones endocrinas. Según L. Epstein, Europa ha sido más proactiva en la prohibición de pesticidas que Estados Unidos.

En la agricultura el siglo XXI, se requiere de estrategias sostenibles que minimicen el uso y riesgo de los pesticidas siendo MIP una alternativa. Para L. Epstein, los métodos basados en la predicción del tiempo, y el control biológico se deben reforzar con la mejora genética de los cultivos (tradicional y molecular), también se hace necesaria más investigación y extensión para implementar el MIP y descubrir pesticidas con menos efectos negativos externos. Para la autora, es importante determinar los costos de salud y medioambientales de lo que ahora se consideran niveles adecuados en el uso de pesticidas. A lo largo de esta revisión muestra su preocupación sobre el uso global de pesticidas en los países del sur.

En efecto, en Europa a través de la Directiva 91/414/CEE y posterior Regulación CE 1107/2009 los pesticidas autorizados se revisaron y su uso se armonizó en los países europeos. Durante esta evaluación, cerca del 70% de las materias activas se prohibieron en el Mercado.